la ciudad creativa

Sunday, December 03, 2006

El último diario

Madrugamos por última vez… por un lado, hay muchas ganas de llegar a Santiago y casi no podemos creerlo, pero por otro, el hecho de que termine esta ‘vida diferente’ da pena… y mucha…
La inexperiencia de caminar hacia Santiago en esta época del año nos juega una mala pasada. Cuando salimos a la calle y los mocos empiezan a caerse en estado sólido decidimos ir a desayunar al primer refugio que encontramos…un bar de gasolinera…
Por el simple hecho de llevar las voluminosas mochilas, que al final se hacen pesadas, y esas vieiras colgando de los arneses, notamos esa ligera sensación de peregrinos… que la gente nos trata y nos mira diferente, con respeto, con admiración, y también con incertidumbre… no se puede explicar. Y la pena vuelve a invadirte el cuerpo, quizá es nostalgia, quizá temor a no volver a vivir esta experiencia.
La etapa de hoy es dura. 40 kilómetros nos esperan hasta el final…
‘Buen camino’, y comenzamos a vislumbrar de nuevo el sendero de este grato recuerdo que nos conduce a “otro mundo”.
Los ‘Buen camino’ se multiplican, medias docenas de peregrinos aparecen poco a poco de la nada y nos vemos acompañados en nuestro caminar….
El sendero comienza a hacerse pesado… el sol pega mucho y siempre por la izquierda, hasta el punto de quemarse mi pómulo izquierdo y parecer que me han dado un puñetazo. Los tobillos de mi compañero protestan cada vez más y el hombre ya no sabe cómo aguantar. Así que optamos por distanciarnos un rato antes de que la ira no invada.
Toca el tramo por carretera, que tan poco gusta. Al adentrarnos en un pueblecito una anciana nos detiene con su acento “galleguiño” y nos indica con toda su buena voluntad el camino hacia O Cebreiro.
Mientras, un portugués se dirige a comprar un palo para la fatídica subida que le espera.
Comenzamos a notar la pequeña ascendente. Estamos en Vega de Valcarce, y ya son las 10:30 horas. Así que toca almorzar. “¿De qué quieren el bocadillo?- De lo que tengan”.
En mitad de nuestro almuerzo de bocadillo de tortilla francesa nos alcanzan más peregrinos. Al vernos en el bar se detienen y entran a tomar algo. Entonces comenzamos a charlar con ellos. Los dos chicos veinteañeros son de Madrid, pero a uno de ello le gusta el Athletic de Bilbao… siempre se empieza hablando de fútbol, o del camino. El cincuentón de bigote es de Jaén y vive en Barcelona, y el anciano de 70 es de León, pero tiene casa en Santander. El mundo es un pañuelo.
La pendiente ya se nota en exceso, dejamos de cantar, paramos a beber agua y nos remangamos la ropa antes de subir.
Desfallecidos llegamos a la cafetería de Labacolla. Se respira “el olor a santo”, a pesar de la incesante lluvia. Cada vez más cerca del Monte do Gozo.
Calados hasta los huesos, ya podemos ver Santiago. La catedral debería apreciarse también, pero la niebla lo hace imposible. Nos la imaginamos.
Y a la hora de comer, pisamos la ciudad...

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